martes, 30 de marzo de 2010

LOS VERANOS DE LINIERS…

Cómo no recordar los intensos calores de mi infancia y adolescencia. La gran ventaja de nuestro barrio es la gran cantidad de pulmones que siempre tuvo con sus plazas y parques. Los árboles de todo tipo fueron nuestros amigos a la hora de una buena sombra mientras nos entregábamos a los juegos, a la pelota, o a la siesta. Eran esos tórridos días donde aún había una gran variedad de mariposas que cazábamos sin piedad y las poníamos en unos frascos de vidrio pensando tal vez que serían eternas. Eran días también de pasarnos el día en la colonia de vacaciones y también horas en la pileta del club buscando el chapuzón refrescante y la charla con amigos o el ritual semanal al caer el sol, de dar la “vuelta del perro” con escala en la Heladería El Ciervo dispuestos a saborear un “Ice Cream”, una suerte de trago largo compuesto con dos bochas de helados, cola, hielo y “pajita” para tomarlo. Era una mezcla rara pero rica. Y éramos felices con poco…

Fuente: Danny Aresse

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